16 de abril de 2016

317 KILÓMETROS Y DOS SALIDAS DE EMERGENCIA

"A veces hay que perder el norte para descubrir que puedes ir en muchas otras direcciones"
Hay viajes que debemos hacer solos, sin salvavidas, sin gps, sin mapas ni brújulas que nos indiquen el camino más corto, el más fácil de recorrer. Y la distancia que debemos recorrer dependerá de la profundidad de cada historia que dejamos atrás, de la despedida.

Algunos son expertos viajeros a los que no les resultará complicado el camino ya que lo han recorrido demasiadas veces a lo largo de su vidas y ya saben el punto exacto donde encontrarán la salida de emergencia. En cambio a otros, les costará un poco más. Tendrán que transitar desorientados por un sendero más largo y doloroso. Perdidos y solos.
El comienzo de este camino lo recorrerán a pie, algunos incluso descalzos. Sufriendo el roce de cada piedra que pisan, sintiendo la humedad de la lluvia o el calor del asfalto en los días en los que el sol no de tregua. Serán kilómetros llenos de dudas, preguntas y desconcierto que nos dejarán sin aliento.
Pero cuando nuestras fuerzas estén llegando a su límite, cuando estemos cansados, sedientos, y solo estemos pensando en abandonar, en tomar el camino de vuelta, aparecerá una mano amiga que se pare frente a ti, que te pregunte, ¿Hacia dónde vas? ¿Te acerco?, y te invite a subir para recorrer la distancia que te queda con ella.
A pesar de que no sepas cuál es tu destino definitivo, el kilómetro donde debes parar, te subes. Y esa mano amiga te ofrece agua para saciar tu sed, te abre la ventanilla para que puedas sentir la brisa en tu cara y te hace escuchar una de las mejores melodías que sirven como bálsamo a tus heridas. Cierras los ojos y te sientes seguro al tocar tu propio cinturón de seguridad, pero sabes que esto es solo pasajero, que solo serán unos kilómetros para coger aire, ese impulso que necesitabas, pero que debes volver a bajar y recorrer el último tramo hacia tu destino solo.
Te bajas, pero ya no como antes, ahora llevas una mochila llena de provisiones que te han regalado durante ese pequeño trayecto en coche. Y te sientes un ser liviano, porque esa mochila no pesa, sino que da alas. Alas que te dan la seguridad para afianzar cada paso y no tener que seguir mirando al suelo por miedo a tropezar. Y es cuando empiezas a disfrutar del camino, despacio, paso a paso, contemplando cada paisaje, rescatando sensaciones que creías haber olvidado, saludando a las personas que encuentras y regalándoles tu sonrisa. Aquella sonrisa que un día dejaste ir y a la que tanto echabas de menos.

Y es entonces cuando descubres a lo lejos un cartel que indica salida, "tu salida".
Tu primer impulso es correr hacia él y dejar todo lo pasado. Por fin estarás a salvo. 
Pones todas tus fuerzas en recorrer esos últimos metros que te separan de ella, pero al llegar algo te hace parar.
Ante ella, echas la vista atrás y lloras. Lloras porque el camino ha sido largo y duro, tal vez más del que merecías. Pero también sonríes, porque ese mismo camino era el que tenías que recorrer para aprender que eres más fuerte de lo que crees, para reencontrarte con tu mejor yo y poder estar donde estás ahora.
Vuelves la vista hacia el cartel que indica la salida y solo lees "salida" y caes en la cuenta de que en el último tramo del camino aparecieron ante ti varias "salidas de emergencia" , pero decidiste no cogerlas porque ya disfrutabas de lo que veías en el horizonte y no te conformabas con una simple salida de emergencia.
No querías una salida fácil.
Merecías una salida en la que te cegara una luz.
La luz que te da la certeza del camino correcto.
Tu sonrisa. 
Tu felicidad.

Anuska.

Os presento 317 KILÓMETROS Y DOS SALIDAS DE EMERGENCIA...
Loreto Sesma hará su particular viaje para poder encontrar sus propias salidas de emergencia.
Os dejo uno de sus kilómetros...

Se fue
como se va un enfermo de la vida:
despacio
con dolor
pero sabiendo que, al final,
es lo mejor.
Que después,
quizás,
vendrá el cielo
y si no,
al menos, 
el descanso.

                                                         Loreto Sesma.







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