"Despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez.
Sin límites. Sin piedad." Lugares Comunes
En este domingo lluvioso suena de fondo la canción "Malos tiempos para la lírica" y me pregunto si no son malos tiempos para todo. Al menos eso es lo que nos transmiten los informativos, la política, esa televisión basura y muchas otras más cosas que nos rodean a diario. Últimamente escucho mucho hablar de que también son malos tiempos para la educación. Hay programas especiales dedicados a esta problemática, huelgas de deberes, personas permitiéndose el lujo de desprestigiar la función del maestro o maestra, futuros maestros indignados por la ineficacia de aquellos que están en el poder y que juegan con ellos como si no tuvieran nada que perder. Pero no pienso seguir dedicando más líneas a estos malos tiempos, porque siempre los hubo y siempre los habrá de alguna u otra manera. Que sean malos tiempos para la educación no implica que nosotros nos debamos dejar arrastrar por ellos. Si queremos cambiar el rumbo de las cosas, si queremos que el mundo cambie, debemos de intentar ayudar al que tenemos al lado. Las grandes hazañas deben empezar desde abajo, desde lo más nimio. Cómo vamos a pretender llegar a todo el mundo si somos incapaces de llegar al que tenemos al lado. Nos quejamos de que las aulas están llenas de niños y jóvenes desmotivados, sin ilusión por aprender y aprovechar la jornada escolar, pero somos incapaces de ver que frente a ellos puede que hayan maestros que no transmitan ilusión porque sencillamente la hayan perdido o jamás la han tenido. ¿Quién en algún momento no ha perdido la ilusión y la fe por aquello que hace?. Somos humanos y no perfectos, pero lo importante es que volvamos a recuperar esa ilusión y que hagamos de nuestra profesión algo apasionante. Tenemos en nuestras manos el privilegio de trabajar con niños y niñas que algún día serán médicos, abogados, empresarios, pero lo más importante es que "entre esos niños que están en nuestras aulas está el futuro marido que sabrá respetar a su mujer o la persona que sabrá dar un paso adelante ante una injusticia e intentar cambiar las cosas." Son palabras de César Bona. Muchos de los que me estéis leyendo y seáis maestros o maestras habréis oído hablar de él. Se convirtió hace un tiempo en el mejor maestro de España. Esto de poner etiquetas nunca me ha gustado, porque como él mismo reconoce, posiblemente no sea el mejor maestro. Hay muchos otros maestros y maestras que trabajan por sacar lo mejor de cada uno de sus alumnos sin importarles que no recibirán galardones, ya que no hay mayor premio para ellos que ver a sus alumnos aprender.
A vosotros, maestros y maestras os aconsejo que compréis el libro porque disfrutaréis de cada una de sus páginas. No dice nada nuevo que no sepáis, pero a veces si que se nos olvida. Todos los que amáis esta profesión os sentiréis reflejados en cada una de sus reflexiones y emociones.
Es un libro de los que llamamos de cabecera, de esos imprescindibles que debemos acudir a él en aquellos momentos que sintamos que estamos perdiendo la ilusión en nuestra profesión. Es un libro reconfortante, lleno de esperanza por esta profesión tan maravillosa. Es el regalo perfecto para cualquier maestro, os lo dice una maestra.
Un libro de los que lees, y te reconcilian con la vida. Anuska.
Estoy cansada de ver a personas sufrir por no saber estar solas. Personas que necesitan de otras para sentirse vivas, útiles y queridas. Personas que necesitan de una pareja para tener la excusa perfecta para no escuchar su propio silencio. Personas que no aprendieron a vivir consigo mismas, a quererse y a cuestionarse.
Personas que no se conocen si no es a través de una caricia o un te quiero que venga de fuera. Personas que no han tenido la oportunidad de parar un momento para escuchar lo que les dice su corazón y su cabeza. Esa cabeza que les tortura por la noche llenándole de preguntas que no tienen respuesta.
Personas que son incapaces de reaccionar ante una ruptura sentimental y necesitan encontrar rápidamente a otra persona para depositar ese amor frustrado. Personas que se sienten débiles, inferiores si no tienen pareja.
Personas que creen ser las únicas que se sienten solas en este mundo en el que vivimos. Ese mundo lleno de apariencia y tan falto de empatía.
Personas que al ver a parejas siente envidia o frustración por no vivir como ellas. Personas que no se dan cuenta de que no tener pareja no significa que estén solas. Que no ven que están rodeados de otras personas que valen la pena, que valen su pena, pero también su alegría.
Personas que no saben lo que valen, que no saben lo que pueden llegar a dar y ser para otras personas. Personas que no disfrutan de lo que tienen y siempre buscan aquello que les falta.
Personas que se han dedicado toda la vida a querer para que la quieran, y no se dan cuenta que el cariño nunca se da esperando algo a cambio.
Personas que se quedan esperando a que otro les salve sin entender que aquí, el que se salva es uno mismo. Porque si nos quedamos esperando en el fondo del pozo, tal vez, nunca llegue esa cuerda que nos ayude a subir.
Personas que no son capaces de trepar rompiéndose las uñas y sangrándoles las rodillas por luchar contra sus propios miedos y trepar aquellos muros que les vienen de fuera.
Personas que son enteras y creen que son incompletas por no tener a alguien cerca.
¡¡Mírate prenda!! Eres esa sonrisa que a tus amigos alienta. Eres ese abrazo en la distancia y cuando te tengo cerca. Eres ese amigo que jamás creí que valdría la pena. Eres ese loco que se entrega a todos menos al que realmente importa. Eres ese corazón de cristal que si lo tocas se rompe, pero que roto también merece la pena. Anuska. Sonando...
"Qué mal nos queremos. Qué mal andamos de cariño del bueno. Qué poco nos paramos a darnos lo nuestro. Y ya no digamos lo de los demás. Qué pronto se acabó lo que se nos daba, si es que se nos dio. En este déficit emocional globalizado y transnacional no existen ya ni clases medias ni clases altas, aquí todos somos mileuristas de un amor hipotecado, aquí todo el mundo es un sin techo de amor del que duele cuando sana, amor del de verdad.
Y todo por querernos mucho, muchísimo, sí, pero mal, con lo cual acaba siendo peor el remedio que la enfermedad. Porque cuando algo es malo y sin embarco escaso, no hay que preocuparse demasiado, es mucho más fácil de evitar, y ya no digamos de erradicar. Pero si encima te lo profesan en cantidades industriales, si hablamos de una pandemia a nivel mundial, inténtate tú escapar. Es imposible. Y así nos va.
Qué mal nos queremos. De verdad. Existen quereres de los que damos por descontados. Su único gran defecto es que siempre estuvieron ahí, sin pensar nada a cambio, sin hacer demasiado ruido y tampoco hubo que hacer mucho para currárselos. Es el querer de una madre, sí, pero también cualquier amor que llegue demasiado pronto, demasiado fácil, demasiado incondicional, ese que cuando te vienes a dar cuenta de lo que tenías, te giras y ya no está. Y es entonces cuando empiezas a echarlo de menos. Cuando ya es tarde. cuando ya no se le puede corresponder...ni apartar.
Y es que no sé si lo ves, pero mal, nos queremos un rato. Mira el amor propio, el amor a uno mismo. Ese que alguno confunde con soberbia o prepotencia y a otros les da vergüenza manifestar. La gente aquí no tiene punto medio: o se pasa de frenada, como en mi caso, o en su vida no le llega ni a probar. Esta última es la humildad mal entendida, la que te divide día a día como individuo y te apaga como una vela en medio de esta tempestad a la que llamamos rutina. Lo necesario que es pasar más tiempo con uno mismo, para poder pasarlo con los demás. Lo difícil es encontrarle el punto, apretarle a la vida, exigirle siempre un poquito más. Conocer los propios límites y ponerlos cada día a prueba, y comprobar que cuando tú te acercas, siempre se acojonan y acaban refugiándose un poco más allá.
Y así no es de extrañar que haya gente que se quiera tan flojo. Nos enamoramos y hacemos ver que nos da igual. Vayamos poquito a poco, no te vaya a soltar un te quiero demasiado pronto, no nos vayamos a precipitar. Como si eso que te sale del corazón fuese agua del grifo. Ahora gotita a gotita y no más. Y el día menos pensado se te olvida quitar la llave de paso y te encuentras flotando empapado en medio de tu propia soledad. Uno no elige cuándo ni de quién se enamora, como tampoco se puede elegir la velocidad. Falacias que nos contamos a nosotros mismos, tratando de convencer a un amigo que ya hace tiempo que ni nos cree, ni nos ha dejado de escuchar.
Dentro de este ramillete improvisado de amores nocivos, no podíamos olvidar los que encuentran placer simplemente en hacerse daño. Los yonkis de la intensidad. Es difícil llegar a admitirlo, pero algunos lo consiguen. Y entonces qué. Porque destruirse es como acariciarse: por muy bueno que seas contigo mismo, siempre hay alguien que lo hará mucho mejor por ti. Aunque sea porque llega adonde tú no llegarías jamás. Y es que nadie me hiere como tú.
Qué mal nos queremos cuando quererse es atraparse, meterse en una urna y verse marchitar. Entramos en el mundo de los reproches, de las libertades fingidas, del tú verás, del te quiero tal como te imagino. T'estimo, ets perfecte, ja et canviaré.
Y para terminar, para que nadie se sienta excluido, aplaudamos la inmensa horda de amores pantalla. Los que son de cara a la galería, porque a nadie se le ocurre nunca profundizar. La cantidad de parejas que cenan siempre en silencio. Parejas que si cuentan el día, lo hacen como quien repasa si hambre la carta. Parejas que han olvidado que el hecho de hablar no tiene nada que ver con el acto de comunicarse. Para lo primero basta con mover la boca y emitir fonemas. Para lo segundo, además, hay que mover el corazón. Propio y ajeno.
Y hablando de ajenos.
Por muy mal que nos queramos todos, jamás olvides que siempre estarán peor los demás.
- ¿Te vas a quedar?. - Me quedaré hasta que me pidas que no me vaya.
No me creeréis, pero llevaba muchísimo tiempo sin que la historia de una película me emocionara tanto. Y aquí me tenéis, secando las lágrimas que corren por mi rostro como una niña, pero qué importa. Hay días en los que debemos permitirnos ser débiles, tirarnos en el sofá y dejar que la lluvia de afuera nos cale los huesos sin necesidad de mojarnos.
Hay días en los que la lluvia acompaña nuestro estado de ánimo y hace su aparición, o puede que seamos nosotros los que nos inundamos de melancolía en estos días grises.
Hace varios meses en una terraza de verano junto a unos amigos escuchaba hablar de la historia de una película. Estos amigos hablaban casi en clave para no estropearme el argumento y el final de la película. Cada uno de ellos tenía sus propias conclusiones sobre los últimos acontecimientos que ocurren al final de esta, y si era o no acertado el final.
Como en casi todo en esta vida, tenían dos puntos de vista diferentes. Uno de ellos se ponía en la piel de la protagonista femenina para argumentar y defender el amor que sentía, y no renunciar a él.
Otro de ellos, defendía la decisión del protagonista masculino de abandonar al amor de su vida por no poder darle todo aquello que ella esperaba y merecía.
Si queréis mi opinión, tras verla entiendo las dos posturas. Las dos elecciones son valientes a la vez. Ella por luchar por su amor a pesar de todas las dificultades y la de él , renunciando a ella porque la ama y no quiere verla sufrir.
Pero me cuestiono algo...¿por qué alguien debe renunciar a la persona que ama por creer que no es la ideal para ella o él?...¿quién dice que no lo somos?...¿quién dice que no merecemos su amor?, y ¿por qué tomamos la decisión si es ella o él quien elige quedarse con nosotros por la única razón de que nos ama?.
Eres la magia sin trucos, el fuego que cura lo que miras, la verdad desnuda de mentiras. Eres el verbo que mejor se conjuga con todos mis tiempos. Eres la suma de todo lo que me niego a restar de mi vida.
Eres mi maravilla tuya que me prestas sin pedir devolución. Eres naturaleza viva, el silencio antes del rayo. No le temes a la lluvia, la transportas. Y no huyes de las tormentas, las provocas.
Eres acero, y miel y carne ( por suerte carne), y fuego que no se apaga por más que le llueva mi deseo.
Y sonrisa de planeta, y coño de galaxia, y boca de tornado, y esa paz de los que no se arrepienten de la vida.
Todo eso eres.
Ahora sabes porqué te quiero.
Esta vez no os traigo un libro sobre poesía ni una novela de las que estoy acostumbrada a leer. Cada cierto tiempo me gusta leer algún que otro libro que trate de temas actuales o problemas que rodean a la sociedad actual.
No, tranquilos, no voy hablaros de política, para eso ya tenemos bastante con la televisión.
Emilio Calatayud es Juez de Menores de Granada y se ha hecho popular por sus peculiares sentencias a los menores que han pasado por su juzgado. Como él mismo se define, "no estoy en ninguna asociación de jueces, aunque las respeto. No soy ni progresista ni conservador, sólo inconformista".
El libro recoge sus opiniones expresadas a lo largo de estos últimos años en conferencias, entrevistas y ponencias. He tenido la oportunidad de escuchar varias de sus ponencias y si escucharlo es esclarecedor, leerlo es un verdadero placer.
Es un juez que apuesta por el tratamiento educativo y la reinserción social de aquellos menores que comenten actos delictivos de menor grado, "aunque al menor se le prive de libertad, lo que interesa es que éste reciba un tratamiento educativo dentro del centro. E insisto: la privación de libertad ha de durar el menor tiempo posible o necesario. La normal general tiene que ser el "medio abierto" y lo excepcional la privación de libertad. Ese es el espíritu de la Ley. Otra cuestión, no menos importante, es saber si la sociedad está en consonancia con esa teoría de la Ley, porque a lo mejor ocurre que la sociedad es, en esencia, más vengativa que la Ley misma."
"Pero ¿cómo vamos a reinsertar a alguien que nunca ha estado insertado? ¿Cómo vamos a reeducar a un chaval que no ha recibido educación alguna? A lo mejor ocurre que, en lugar de intentar reeducar y reinsertar al menor, tendríamos que aunar esfuerzos para educar e insertar a los chavales, antes y después de cometer el delito."
Entre sus páginas resalta la responsabilidad de los diferentes sectores de la sociedad ante esta problemática, familias, amigos, centros escolares, maestros, asuntos sociales, jueces..."de ahí vienen muchos de los problemas de la delincuencia de la clase media, porque los padres van "tapando" una y otra vez a sus hijos y, tarde o temprano, eso se vuelve en su contra."
El juez realiza un análisis del sistema judicial actual en este país y presenta varios casos que han sido juzgados por él. Os voy a dejar uno de ellos que tras leerlo me ha devuelto la esperanza en la sociedad en la que vivimos, esa que de vez en cuando se empeña en enseñarnos su cara más amarga.
"Un menor robó el bolso a una mujer extranjera, con el añadido de que llevaba en él más de trescientos mil euros en joyas. Después de muchas investigaciones, se consigue detener al chaval y se descubre que habían vendido todas las joyas por 240 euros. Se prosigue la investigación y se detiene al padre, al hijo y al comprador del botín. Pues bien, lo importante aquí del asunto no es la cuestión económica, puesto que la persona que lleva esa fortuna en el bolso la tiene más que asegurada. La cuestión es que la señora se empeña en que el chaval abandone el mundo del delito, ofreciéndose a pagarle toda la formación necesaria. Incluso estando aún pendientes de juicio y en proceso de investigación, se procedió a dictar una sentencia socio-educativa: aprovechando que el padre estaba en prisión, se le condena al menor a sacarse el graduado escolar en tres años, a aprobar el carné de conducir, a ingresar en Formación Profesional y conseguir un título de especialista en mecánica. Si él va cumpliendo con todos los requisitos, irá cumpliendo por tanto su sentencia. Evidentemente él no percibe dinero, pero los gastos que ocasiona los financia la señora que fue víctima de su robo. Actualmente, el chaval trabaja ocho horas diarias como repartidor en una empresa y estudia dos; si sigue esa evolución se sacará el graduado escolar. Después ya dependerá de él el aprovechar o no la oportunidad que se le brinda."
"No sé decir qué es para mí la libertad, pero no quiero que me la quiten." Emilio Calatayud
"Estuve dormida tanto tiempo que fue un sueño despertar" Mónica Carrillo
Olvidé mirar(te) Olvidé valorar(te) Olvidé respetar(te) Olvidé vivir(te) Olvidé reconquistar(te) Olvidé luchar(te) Olvidé sonreír(te) Olvidé disfrutar(te) Olvidé abrazar(te) Olvidé hablar(te) Olvidé sentir(te) Olvidé amar(te) Olvidé olvidar(te) y cuando llegue el momento de recordar(te), puede que sea demasiado tarde.
Es lo que le ocurre a Malena, la protagonista del último libro de Mónica Carillo.
Tras sufrir un accidente de tráfico vivirá días inciertos en donde puede que su vida llegue a su fin. Serán unos días llenos de miedo e incertidumbre en los que aparecerán todas aquellas palabras que quedaron mudas ante aquellas personas que formaron parte de su vida. Nos hará un recorrido por las personas a las que amó y la amaron. Entre ellas, sus mejores amigas, su familia, algunos de sus amores fallidos y el amor de su vida.
Entre todos ellos, aparecerá la figura de "Mía" , su fiel y divertida perrita que le brindará las palabras de aliento que necesitará para no volver a olvidar jamás decir, "Te quiero".
Aunque ya no yo sí Siempre Todavía Mónica Carrillo
Este es uno de los maravillosos poemas que podréis encontrar en el último libro de Javier Ruiz Taboada, "Entre tu espalda y mi pared".
Si os apetece conocer más sobre su trabajo podéis encontrar varios de sus poemas en mi enlace de Twitter @AnuskaCor y en el del propio autor @ruiztaboada
si no brota de ti a borbotones a pesar de todo, ni lo intentes. a menos que te salga por voluntad propia del corazón y la mente y la boca y las entrañas, ni lo intentes. si tienes que permanecer horas sentado mirando la pantalla del ordenador o encorvado sobre la máquina de escribir en busca de palabras, ni lo intentes. si lo haces por el dinero o la fama, ni lo intentes. si lo haces porque quieres mujeres en la cama, ni lo intentes. si tienes que sentarte y rehacerlo una y otra vez, ni lo intentes. si sólo pensar en ello ya te cuesta trabajo, ni lo intentes. si quieres escribir como algún otro, olvídalo. si tienes que esperar a que salga de ti con un rugido, entonces espera tranquilo. si no llega a salir de ti con un rugido, dedícate a otra cosa. si primero se lo tienes que leer a tu esposa o a tu novia o tu novio a tus padres o quienquiera que sea, no estás preparado. no seas como tantos otros escritores, no seas como tantos miles de personas que se llaman escritores, no seas soso, aburrido y pretencioso, no te dejes consumir por el narcisismo. las bibliotecas del mundo se han dormido de aburrimiento con los de tu calaña. no lo empeores. ni lo intentes. a menos que te salga del alma como un cohete, a menos que creas que la inactividad te llevaría a la locura o al suicidio o al asesinato, ni lo intentes. a menos que el sol en tu interior te abrase las entrañas, ni lo intentes. cuando de veras sea la hora, y si estás entre los escogidos, cobrará vida por sí mismo y seguirá cobrándola hasta que mueras o muera en ti. no hay otra manera, ni la hubo nunca.
Charles Bukowski Estas palabras se pueden aplicar a todo aquello que queramos hacer en la vida.
Hace un tiempo conocí a un hombre que cada vez que nos encontrábamos sacaba de su bolsillo una nota y me regalaba un poema. Hoy por casualidad aparece este entre las páginas de uno de mis libros...
"Ojalá hubieses cerrado la puerta y ojalá hubieses colgado un rótulo advirtiendo: "Precaución, lugar inhabitable", en señal de que hay peligro dentro, que hay alguien que está hecho polvo, porque fue parte de un incendio interior. Y ahora solo somos cenizas esperando que alguien llegue y limpie todo el desastre cansado por las visitas anteriores. Pero dudo mucho que alguien más quiera arriesgarse a borrarlas, porque a veces nos convertimos en granadas, quien nos toca puede quedar herido de gravedad o puede terminar muerto, o simplemente con miedo de volver amar. Esto llevará tiempo. Tendré que sentarme a esperar a alguien que sé que jamás llegará, porque es quien se ha ido. Para no volver nunca. Empacaste toda tu ropa y todas tus cosas, y creo que también empacaste mis ganas de seguir luchando y de seguir intentando. Que los trenes ya no desembocan en tu boca, sino en el precipicio del temor al olvido. Las ganas se han suicidado. Y lo único que me queda son las fotografías".
Debería estar durmiendo, mañana será un día duro, pero no puedo. No puedo dejar de pensar en ti, en tu sonrisa, en esa palmadita en mi espalda al saludarme, en todo ese cariño que me has dado desde que nací. Te voy a echar mucho de menos, todos lo haremos.
Ojalá muchos como tú, ojalá.
Nunca te olvidaremos...
"No es la muerte quien mata las almas nadie muere por ser enterrado. El recuerdo y el alma no muere solo muere quien es olvidado. Si tu vida fue recta y valiosa si has amado con tu alma si has sembrado el camino de huellas has escrito una historia sagrada. No te importe morir algún día ese día tu cuerpo habrá muerto. Nunca muere quien supo vivir y ha dejado en la tierra un recuerdo. Si has escrito una historia de vida si has dejado en los rostros sonrisas si has sembrado campos de flores no te importe partir algún día. Solo teme la muerte si tu alma se olvidó de vivir cada día. Si ha dejado de amar y soñar y se fue sin saber qué quería. Solo teme la muerte si llegas hasta el fin con tus manos vacías. Si no has dado de ti lo mas noble sin saber el por qué de esta vida. Si tu vida ha valido la pena quedará tu recuerdo grabado para siempre,por siempre en las mentes de los hombres a quienes tú has amado. No es la muerte quien mata las almas...solo muere quien es olvidado".
Es hora de apagar las luces, cerrar la puerta y decir adiós.
Es evidente que cualquier adiós conlleva una separación y algo de tristeza, pero no quiero quedarme con la tristeza de este último momento en el que los veré cruzar la puerta.
No. No sería justo estar triste. Y si se me escapa alguna lágrima, que será lo más probable, será de alegría.
Alegría de recordar cómo llegaron y cómo se van.
Alegría por la cantidad de momentos que hemos vivido juntos durante este año.
Alegría por aceptarme en su día a día como si estuvieran en casa junto a papá y mamá.
Alegría por tener 20 sonrisas diarias cargadas de esperanza que nos hacen levantar de la cama incluso en aquellos días donde cuesta juntar ánimos para bajar al mundo.
Alegría por ver cómo progresan día a día teniendo como motivación el cariño de una persona que cree en ellos.
Alegría por la confianza recibida de sus padres al dejar en mis manos tan preciados tesoros.
Alegría por sus abrazos que actúan como carga pilas.
Alegría al ver en sus ojos esa mirada de admiración y cariño hacía mí.
Alegría por descubrir en cada uno de ellos la esperanza e ingenuidad de la infancia.
Alegría por verlos disfrutar con pequeños detalles, esos que a los adultos se nos escapan.
Alegría por los "Te quiero" y abrazos improvisados.
Alegría por hacerme creer que todavía existe la magia.
Alegría por dejar en cada uno de ellos una pequeña parte de mí.
Alegría por ser su primera seño, esa que ojalá nunca olviden.